Comenzaremos por saber su historia.
Los expedicionarios españoles que en busca de
riqueza llegaron a tierras mexicanas, trajeron consigo los nombres católicos o
de fantasía que formaban parte de su cultura para bautizar al nuevo mundo. En
el caso de la península ubicada en el noroeste de lo que hoy es la República
Mexicana, el nombre de California que los españoles le adjudicaron, corresponde
a una isla cercana al paraíso que el escritor Garcí Ordoñez de Montalvo
describe en su caballeresca novela “Las Sergas de Esplandián”.
El estado de Baja California conforma la parte norte de la Península de
California. Su frontera al sur con el estado de Baja California Sur fue
delimitada apenas a principios de 1800, por lo que su historia compartida
comienza como la historia del territorio de California.
Los aborígenes habitaron la península aproximadamente en el año 10,000 a.C. Y
se dedicaron a la recolección de frutos, caza y pesca. A mediados del siglo
XVI, los conquistadores españoles descubrieron que estos grupos estaban
organizados en rancherías, las cuales eran grupos no mayores de 250 personas
pertenecientes a la misma familia. Culturalmente se pueden distinguir 4 grupos
indígenas en base al grupo lingüístico al que perteneces el dialecto que hablan
y son los, pericú, guaycura, cochimí y yumana.
La ocupación de estas tierras fue un proceso largo en el que múltiples
expediciones intervinieron, ya que las enfermedades, calamidades naturales y la
falta de recursos presentaban un gran reto para los conquistadores que
desconocían las condiciones naturales del lugar.
Los jesuitas fueron los primeros misioneros en instalarse en tierras
californianas. La construcción de sus misiones tenía el objetivo de evangelizar
a las tribus mediante la concentración de la población dentro de sus puertas.
Para esto, buscaban una fuente de agua alrededor de la cual establecerse y
desarrollaron actividades económicas españolas como el pastoreo, la importación
de productos europeos y la agricultura. Las primeras misiones exitosas fueron
las de Santa Rosalía Mulegé, San Juan Malibát y San José de Comondú a comienzos
del siglo XVIII. Posteriormente arribaron a la región misiones de franciscanos
y dominicanos.
En el año de 1804, la Corona Española divide la península en dos territorios
separados a la altura del Arroyo del Rosario. La división política les otorgó
el nombre de Baja California y Alta California.
Debido a la lejanía de la ubicación del gobierno central, la guerra de independencia
tardó en llegar a oídos de los californianos. Y es hasta un año después, en
1822, que este territorio es liberado del control de la corona española.
Sin embargo, en la guerra contra Estados Unidos que el General mexicano Santa
Anna libró a mediados del siglo XIX, la Alta California forma parte de la gran
porción de territorio que México cedió a su vecino del norte.
Es entonces (1850), cuando el territorio de Baja California se divide
políticamente en Norte y Sur. Cien años después, el presidente mexicano Miguel
Alemán le concede el estatus de “estado libre y soberano” de la federación.
El 16 de Agosto de 1953, el Estado de Baja California (norte) promulga su
constitución. Ese mismo año, realiza sus primeras elecciones, resultando
ganador el príista Braulio Maldonado. Como resultado de los comicios de ese
año, el estado elige a la primera mujer mexicana en tener un asiento en la
representación estatal frente al Congreso de la Unión.
Un lugar de México, un
lugar lleno de historia, Baja California
Norte.
¡Otra razón para amar a México!